miércoles, 22 de febrero de 2017

Juan Carlos Velasco: El azar de las fronteras. Por Libris Liberi

Velasco, Juan Carlos: El azar de las fronteras. Políticas migratorias, justicia y ciudadanía. Fondo de Cultura Económica, México, 2016. 372 págs. Comentario realizado por Libris Liberi. (Para acceder al índice y al prefacio de esta obra, pincha aquí).

Este libro trata de un fenómeno por todos conocidos y tan antiguo como nuestra especie: las migraciones. Desplazarse a nuevos lugares en donde mejorar las condiciones de vida es algo que los humanos siempre han hecho. Hoy, sin embargo, son muchos los que se empeñan en ver las migraciones como un problema. De hecho, quienes hoy pretenden emigrar se encuentran con obstáculos cada vez mayores. Las restricciones a la libertad de movimiento se han convertido en norma general. Por todas partes se levantan vallas y alambradas. Se multiplican las patrullas fronterizas por tierra, mar y aire. Son pocos los países, al menos entre los más desarrollados, que se sustraen a esta tendencia y estas medidas consiguen que los movimientos masivos de personas que huyen de la miseria o de conflictos bélicos acaben siendo percibidos como una amenaza, cuando no como una “invasión”. Este enfoque produce daños enormes para todos, en recursos y, sobre todo, en vidas.

Esto es conocido y sobre el tema existe un montón de estudios valiosos y aportaciones muy documentadas. ¿Por qué entonces un nuevo libro?

Este libro de Juan Carlos Velasco (para acceder a su bibliografía, pincha aquí) parte del cuestionamiento de algo tan azaroso como decisivo en la vida de las personas, como es la fortuna o la desgracia de haber nacido en un determinado país. Esta circunstancia, en principio banal, incide, sin embargo, de manera directa sobre las oportunidades que las personas tienen para llevar una vida digna y sobre sus perspectivas de futuro. Todos sabemos que en la práctica no da lo mismo ser natural de un país que de otro. Las fronteras estatales, esos trazos gruesos que vemos dibujados en los mapas y que sirven para delimitar el territorio bajo control de un Estado, se convierten en demasiadas ocasiones en el hito decisivo que determina la configuración de toda una biografía.

Nacer a uno u otro lado de una línea fronteriza es un evento azaroso, que ciertamente nadie como sujeto pasivo puede controlar. No pasa lo mismo con el trazado de las fronteras, que no es sino un producto histórico. Un mundo con fronteras cerradas para las personas o de exclusivo tránsito bajo estrictos controles no es obra de la naturaleza ni el resultado de un inmutable destino. Es, más bien, una construcción social y, como tal, reformable.

El actual estado de cosas es, por supuesto, beneficioso para quienes pertenecen a países ricos, que de este modo pueden mantener su estatus sin que se pongan en cuestión los privilegios y ventajas que disfrutan. Pero, ¿qué justificación pueden ofrecer ellos a quienes habitan en los países pobres? No es fácil argüir que ésta sea una manera justa de organizar el mundo. Es malo para mucha gente y bueno tan sólo para unos pocos. La resistencia a abrir las fronteras es una manera de mantener sin cambios un mundo injusto.

Pero, ¿por qué habría que reformar ese estado de cosas? Pues porque la persistencia de fronteras cerradas constituye, además de una traba a la libertad individual, un mecanismo crucial para la reproducción de las desigualdades a escala global. El enorme diferencial existente entre los distintos países en lo relativo a las condiciones de vida representa objetivamente una situación de injusticia, una situación que queda consagrada por la inviolabilidad de las fronteras y que se perpetúa con las políticas de exclusión de los migrantes. Aunque suele ser visto como algo normal, todo ello genera daños irreparables sobre los más desfavorecidos del planeta. En su texto, Velasco problematiza sobre las bases jurídicas e ideológicas con las que los Estados-nación suelen legitimar este tipo de políticas.

Enfocar los actuales procesos migratorios, tan diversos en su génesis y tan complejos en su desarrollo, desde la exclusiva perspectiva de los Estados nacionales, obsesionados con conservar su soberanía, nos conduce hacia un callejón sin salida, como la experiencia nos está demostrando. Y dado que aún seguimos atrapados en la lógica nacional, Velasco arguye que para poder intervenir con un mínimo de equidad y eficacia en los procesos migratorios es urgente adoptar una compresión radicalmente distinta, una comprensión que parta de una perspectiva trasnacional, incluso planetaria, que interiorice el punto de vista de la justicia. Vincular las políticas migratorias con el ideal de justicia como igualdad de trato forma parte del núcleo duro de su propuesta teórica.

Uno de sus propósitos fundamentales es examinar la posibilidad de configurar un escenario de fronteras abiertas en el que resulte factible implementar las libertades de circulación y asentamiento de una manera integral. O, dicho de otro modo, lo que busca Velasco es justificar una política de puertas abiertas que entienda las migraciones como un elemento más de los procesos de globalización, como un factor de desarrollo para las personas y los pueblos, y no como un caldo de cultivo para la violencia, el conflicto y la injusticia.

Velasco se ha empeñado, a lo largo de todo el libro, en llevar la filosofía política hasta el terreno de lo práctico para así poder disponer de herramientas conceptuales con las que entender y actuar en un momento histórico en el que, debido a la multiplicación de profundos desequilibrios geopolíticos, las migraciones vuelven a ser argumento de discusión relevante.

No obstante, este libro no es sólo para especialistas en filosofía política. Es un libro escrito para la academia en un sentido amplio, pero sobre todo para un público interesado por hacerse un juicio informado sobre la gestión política de las migraciones contemporáneas. En él se hace uso de argumentos de filosofía moral y política para ponerlos en diálogo directo con los datos y observaciones aportados por las distintas ciencias sociales. La meta última es surtir a los debates públicos de razones de peso sobre un asunto que a todos nos involucra en tanto que sujetos morales y ciudadanos responsables.

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